Comienzo con José Antonio Rodríguez Vega, apodado’‘El Mataviejas’, un albañil de Santander que acabó con la vida de 16 mujeres en tan solo ocho meses. Fue entre agosto de 1987 y abril de 1988 y entraba en casa de estas mujeres, que tenían entre 60 y 93 años, con la excusa de hacer alguna reparación o chapuza.Sin embargo, en uno de los últimos casos dejó una tarjeta de visita, algo que sirvió para ubicarle en el lugar de los hechos y, con el tiempo y tras una ardua investigación, situarle en el resto de escenarios. En el año 2002 otros tres reclusos de la cárcel donde cumplía condena acabaron con su vida. Como decimos los cubanos: “le pasaron factura”

Entre 1987 y 1994, Francisco García Escalero, apodado como ‘El matamendigos’, puso terror en todo Madrid tras acabar con la vida de 11 indigentes. Según reconocería después, se limitó a obedecer a las voces que le obligaban a hacerlo”. En este caso, fue condenado a 30 años y murió en un centro psiquiátrico penitenciario en 2014. Otro que no está entre los vivos.

Alfredo Galán, más conocido como ‘El asesino del naipe’ debido a que dejaba una carta en cada uno de los escenarios. Asesinó a seis personas entre los meses de enero y marzo, a todos ellos de un tiro en la nuca. Tras entregarse a las autoridades, el ex militar de 27 años reconoció que escogía a sus víctimas completamente al azar.
Se demostró que llevaba tiempo sin tomar su medicación –anti neuróticos-, y contaba con un arma que había sido muy popular entre los soldados que habían regresado de misiones internacionales como era su caso.
Cumple una condena de 140 años. Uff, creo no lo veremos en la calle, por suerte.

Joaquín Ferrándiz, el asesino de mujeres de Castellón. Este hombre llevaba una doble vida y mantuvo en vilo durante mucho tiempo a las fuerzas de seguridad. De hecho, acabó con la vida de cinco mujeres, tres de ellas prostitutas.
Los fiscales solicitaron 163 años de prisión con la recomendación de que Ferrándiz no volviera a salir en libertad condicional, y una multa de 200 millones de pesetas para compensar a los familiares de las cinco víctimas. Además, también solicitaron que se nombrara al Estado como responsable secundario por no mantener a Ferrándiz bajo la vigilancia necesaria después de su excarcelación.El 14 de enero de 2000 Ferrándiz fue declarado culpable de cinco cargos de asesinato, uno de intento de asesinato y otro de imprudencia con resultado de lesiones. Ferrándiz fue condenado a 69 años de prisión y a indemnizar a las familias con 130 millones. El Estado fue absuelto, como siempre.

Joan Vila y Dilmé (Castellfollit de la Roca, 26 de septiembre de 1965) es un celador, auxiliar de enfermería y asesino en serie catalán. Conocido como el celador de Olot y también como el Ángel de la muerte, es el responsable de once asesinatos confesos entre agosto de 2009 y octubre de 2010 a ancianos de entre 80 y 96 años en la residencia geriátrica Fundación La Caritat de Olot.
Joan Vila y Dilmé confesó la autoría de las muertes de las tres últimas víctimas: Sabina Masllorens y Sala, Montserrat Guillamet Bartolich y Paquita Gironès y Quintana. El asesino relató que la muerte de las tres ancianas le hizo sentirse «como si fuera Dios» y que el sufrimiento que les infligió con las sustancias corrosivas había sido únicamente «un grano de arena comparado con la plenitud de su muert. El juzgado, ante esta declaración, decretó prisión provisional comunicada y sin fianza por tres delitos de asesinato y el celador fue internado en el Centro Penitenciario Brians.

Un mes después, el celador solicitó nuevamente una comparecencia voluntaria ante el juzgado para confesar que en total había matado 11 personas viejas durante su estancia laboral en el geriátrico La Caritat .Inicialmente, su abogado Carles Monguilod, que siempre confesó una relación excelente y muy afable con su cliente, probó justificar si los asesinados habían sido una estrategia de eutanasia de Villa y Dilmé por reducir el sufrimiento de sus víctimas. El juez decretó la exhumación de los cadáveres de otras víctimas para la autopsia , ya que de las 56 muertes desde que el celador había comenzado a trabajar en La Caridad , 27 se habían producido en sus turnos de trabajo. Meses más tarde, en febrero de 2011, los resultados del Instituto Nacional de Toxicología y los del Instituto de Medicina Legal de Cataluña -ambos solicitados por el juez- no pudieron aclarar cierta si otras víctimas habían sido asesinadas con barbitúricos.
Interesante no lo sabía
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