La lancha ”Baraguá”, que hacía el trayecto entre Regla y La Habana Vieja, se quedó sin combustible luego de un corto trayecto de navegación. En el incidente hubo 10 detenidos. La mayoría recibió penas carcelarias, a excepción de Lorenzo Copello, Bárbaro Sevilla y Jorge Martínez, quienes fueron condenados a muerte y fusilados 9 días después del arresto, el 11 de abril del 2003.
Los afrocubanos fusilados fueron juzgados por la Ley No 93 de 2001, Ley contra Actos Terroristas, acusados por desviar la lancha de Regla en la bahía de La Habana con el propósito de emigrar a Estados Unidos, y, según el mismo Fidel Castro que personalmente dirigió la operación de captura, “por lo menos 28” de “los cuarenta pasajeros” que transportaba la embarcación, “no tenían implicación alguna”, por lo que, en el presunto acto “terrorista”, entre hombres, mujeres y niños, participaron unas doce personas, de las que todavía hoy algunas guardan prisión.
Los familiares nunca fuimos notificados de la sentencia, dijo a Martí Noticias la señora Ramona Copello, madre de uno de los jóvenes hace unos años.
“Un coronel me dijo el jueves que había que esperar que los papeles bajaran del consejo de estado, sin embargo al día siguiente, viernes, amanecieron muertos”, recordó la madre de Lorenzo Copello, hoy exiliada en Miami.
Los jueces que firmaron la sentencia, y los intelectuales que expresaron su aprobación en un documento que se hizo público en aquel momento, apañaron una tremenda injusticia”, precisó la abogada.
El escritor cubano Ángel Santiesteban, recordó que los que hicieron público “su apoyo al crimen no pueden decir que los obligaron”.
Esos muchachos no mataron a nadie ni hicieron nada ni eran terroristas como le ponen a ellos en la causa como para fusilarlos, como lo hicieron en nueve días, en un juicio sumarísimo, según el descaro del comunismo ese del país de donde yo soy.
Las madres de los chicos fusilados no tuvieron ni derecho a ver sus hijos, fusilados en nueve días para dar escarmiento.
El castrismo ha dejado casi 7000 fusilados en 60 años, la mayoría personas que no llegaron hacer daño directamente a ninguna persona.

